Empezó la noche cumpliendo la promesa de cortarse la trenza si llegaba a la final, y ha terminado coronándose como el vencedor de la novena edición de MasterChef. Arnau, el aspirante de que más fosos ha ido acumulando junto con María, dejó por fin un poco aparcado supersonaje dicharachero para centrarse en cocinar, demostrando que tantos retos de expulsión le habían permitido aprender, evolucionar y responder bien ante situaciones de estrés donde cada segundo y detalle cuentan.
El comercial de Barcelona no lo tuvo fácil. Como es habitual en el concurso, los dos puestos del duelo final con Meri se han repartido en las dos primeras pruebas de la noche: la del plató y la de exteriores. Y ninguna ha sido sencilla, ni corta: todo el programa ha estado plagado de refritos. Una turra que ha vuelto a alargarse más de tres horas y media.
En la primera prueba, el pastelero Ricard Martínez, jefe de creatividad de Espai Sucré en Barcelona, ha presentado su célebre postre RED, basado en el borsch, la típica sopa de origen ucraniano, popular en Rusia y en toda Europa del Este, con muchas elaboraciones e ingredientes, con la remolacha como gran protagonista: frambuesa, eneldo, chocolate, obulato, yogur...
En la ya conocida prueba de "sigue al chef", Martínez ha ido explicando todas las elaboraciones del postre, que los concursantes han tenido que seguir al pie de la letra. La verdad es que la receta era un cristo de cuidado y el pastelero iba a buen ritmo, aunque se ha portado bien repitiendo algunos pasos e ingredientes y procurando que los aspirantes le siguieran, detalle que otros chefs más estrictos en ediciones anteriores no se permitieron.
Ni siquiera ha habido que esperar a la cata. Estaba claro que Arnau, que ha cocinado muy concentrado -y sorprendentemente callado- y es el único que ha logrado hacer correctamente casi todas las elaboraciones, era el ganador de la prueba y, por tanto, el primer finalista, contra todo pronóstico.
Viaje a Guipúzcoa
La última oportunidad de conseguir el pase a la final se ha disputado en el Chillida Leku, un museo al aire libre concebido en su conjunto como una obra de arte en sí misma, con 400 esculturas repartidas en 11 héctareas de naturaleza situado entre Lasarte y Hernani, en Gipúzcoa.
El protagonista, no obtante, ha sido un chef de Vizcaya, Eneko Atxa, cocinero del tres estrellas Azurmendi, que ha diseñado un menú que los aspirantes han tenido que servir a algunos de los grandes chefs vascos, como Pedro Subijana, Elena Arzak o Andoni Luis Aduriz.
Los concursantes han tenido que replicar seis platos de Atxa, dos cada uno:
Ostras y olivas: una ostra con un sorbete de olivas y un zumo de hiernas
Tarta de trufa: una tartaleta crocante con una emulsión de trufa y una crema de yemas curadas.
Guisantes lagrima con gel de ibérico, con yema de ahumada y un aire de tirabeques y mantequilla
Carne de puchero en texturas.
Cuajada de hierbas granizada y aire de miel y mil flores.
La perfección y delicadeza de la cocina de Atxa no es fácil de replicar, pero, con algún que otro fallo y momentos de tensión, los cuatro finalistas han sabido sacar el menú adelante. Fran ha sido el peor de la prueba, fallando especialmente en elaboraciones que ya había preparado en otros programas, aturullándose en varias ocasiones. Quedaba así como el cuarto clasificado.
La ganadora indiscutible ha sido Meri, que ha presentado dos platos intachables sin errores que reprochar, por lo que ya teníamos los dos finalistas, ahora sí, definitivos.
Un duelo final para conquistar a Daviz Muñoz
Pero antes teníamos que aguantar el desfile de familiares y exaspirantes que no podían faltar en la prueba final para poner esas dosis de emotividad que tanto gusta al programa, aprovechando así para alargarlo un poco más.
Ninguna sorpresa en esta última prueba; Arnau y Meri han tenido que elaborar un menú libre de tres platos poniendo toda la carne en el asador, digno de un restaurante de alta cocina y aplicando todo lo que han ido aprendiendo estos meses.
Ha sido una prueba muy reñida en la que los dos finalistas se han llevado muchos halagos, pero Arnau, con su menú bautizado "Origen", ha sido el que ha conquistado más los paladares del jurado. Dedicado a sus abuelos y homenajeando la cocina tradicional payesa de su cocina, ha cocinado una coca de recapte, un mar y montaña de pichón y carabinero, y una crema catalana.
Sin librarse de algunas pequeñas críticas -poco incisivas y quizá demasiado humorísticas e indulgentes-, tras la cata del jurado parecía bastante claro que iba a ser el nombre de Arnau el que pronunciara Pepe como ganador. Dicho y hecho, a las tantas de la madrugada, Arnau se proclamaba vencedor de MasterChef 9.
¿Tendremos por fin novedades de verdad para la décima edición del año que viene? Se abren las apuestas.
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