La idea del brunch me gusta. Me apasiona la comida de desayuno, así que no es algo sorprendente, aunque para mí es más bien un almuerzo temprano ya que no recuerdo cuando fue la última vez que me levanté tarde o sin desayunar. Los huevos parecen casi indispensables en todo brunch que se precie de serlo, y una de mis formas preferidas de tomarlos en alguna ocasión especial es en cocotte con salsa de tomate y queso. Combinación simple pero muy sabrosa.
La verdad es que llevar a la mesa de un día festivo unos huevos en cocotte como estos, junto con una buena selección de panes y mermeladas o un buen aceite, fruta fresca y algo dulce, es un lujazo con el que sorprender a alguien especial sin que realmente sea un gran esfuerzo. De hecho, me resulta más cómodo preparar así los huevos que hacerlos pochados o en tortilla.